¡Suenan tambores de guerra! Los tambores parecen estar sujetos al ir y venir del azar astronómico, porque de vez en cuando vibran y chocan como si fueran elementos vitales del desorden galáctico.
Suenan tambores de guerra animados por la impotencia de la crisis económica y aplaudidos por los que ven en Pakistán e Irán el potencial nuclear futuro más de temer. Si al fundamentalismo que dominará el Norte de Äfrica se le suma la escasez de petróleo y la amenaza nuclear, piensa el actual Capitalismo, los activos tóxicos del Sistema Financiero, los Paraísos Fiscales y la corrupción extendida habrán servido de poco.
Luego, a sonar, tambores, para ganar otro medio siglo a un Nuevo Sistema Económico de Igualdad que los ciudadanos piden cada vez con más ahínco y desesperación.
Parece mentira, pero el 6-7-1.535, hace ya casi 500 años, era decapitado el creador de Utopía, Thomas More,que había vivido toda su vida dedicado a engrandecer al rey de Inglaterra pero que tuvo el único fallo de ser más leal una sola vez al Papa. Hazme ciento y márrame una, y no te conozco para nada.
Si el ideal de Utopía se hubiera materializado en el mundo, en vez de tanto tambor, los ciudadanos nos respetaríamos más, la participación política sería mayor, la libertad religiosa más real y hasta el respeto por la palabra dada habría evitado todo el gasto de la burocracia judicial.
Pero el Humanismo en Inglaterra no pasó del siglo XVI, el de los demás se alargó poco más, y los Papas y Emperadores se dedicaron a crear sus propios productos tóxicos económicos en vez de leer más y aplicar lo leído.
Es una pena que los hombres hayamos aprendido tan poco de otros hombres y de la experiencia. Creamos ruidos artificiales para empañar la armonía de un Planeta perfecto.
Mientras suenan tambores de guerra, la tierra sufre por la mala explotación y el abandono, y los polinizadores desaparecen.
Más de 200.000 especies animales polinizan las flores de las plantas: abejorros, caracoles, moscas, abejas, avispas, mariposas, escarabajos, hormigas, etc.
La agricultura a escala industrial, los insecticidas, la contaminación, etc., están acabando con los polinizadores.
¡Cada vez quedan menos milagros!
¡Tocad, tambores, tocad! Casimiro.
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