Se les notaba en los ojos la fuerza esperanzadora de los años. A mí me miraban como se mira a un prehistórico, y no erraban. Hacían su tertulia en la plaza grande, que es el lugar de las multitudinarias manifestaciones y tertulias de esperanzas. "Anoche te vimos en el mítin de Tierno", me dice Raúl, el director del Museo Municipal. No les pregunté el lugar, pero debió ver una interrogación en mi mirada porque continuó: "Todo lo que dijo Tierno tiene vigencia hoy día". Los concejales jóvenes que le acompañaban sonrieron en gesto de aprobación; los técnicos también; en el fondo sabían que aquello me halagaba.
Que los jóvenes recuerden al "Viejo Profesor" con añoranza es de extrañar. Ellos eran muy jóvenes cuando aquello. Pero que se acuerden de él y de sus mensajes como bálsamo milagroso ya es casi un imposible.
Pero, ¿Quién era Tierno Galván? Para mí fue siempre una mezcla de presocrático y jacobino. Aunque se le veía siempre en actitud severa y postrada tenía su alma en su armario, quiero decir que no le faltaba su pizca de genio.
Una vez mandó a uno de sus jóvenes seguidores más destacados a rendir un homenaje, con otros compañeros de la izquierda, a los líderes más destacados enterrados en un Cementerio de Madrid. Eran tiempos clandestinos y la policía se percató y apareció en escena. El joven embajador se escondió entre la vegetación del Cementerio y no apareció físicamente hasta que todo hubo terminado. Luego fue a ver a Tierno, que ya tenía toda la información, ufanándose de haber tenido un papel importante en la refriega. Tierno le miró con ironía y le dijo: "Limpiese bien los pantalones, señor ____, aún los tiene teñídos del polen de los arbustos". Luego este joven despierto se pasó a Guerra con los mismos pantalones.
Tierno hubiera sido un gran Presidente de la III República Española, pero no hubiera durado mucho porque los jóvenes hijos de los viejos falangistas habían decidido ya copar puestos importantes en los partidos de izquierda para que los cambios estuvieran controlados.
Pero el bosque de Birnam ha traído otra vez a la palestra a Tierno en la tertulia de la Plaza Grande, la Plaza del Ayuntamiento, la plaza donde los jóvenes se preparan para ser el relevo, para decirnos a los prehistóricos que hemos dejado una herencia deleznable.
Escuchar a Tierno en estos tiempos, jóvenes, no es ninguna tontería, aunque fuera muy teórico, muy griego y latino a la vez. Casimiro.
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