Anhelo, se llama el futuro. Anhelo de que las ideas sigan girando.
Peter Carey lanza casi a ras de suelo su canto liso, que el tiempo ha desprendido de la roca de la ficción, sobre la enorme charca de las ideas remansadas por la experiencia y, como no, la fuerza de la piedra crea en las aguas luminosas de la razón las ondas cósmicas de una nueva creación.
Esta vez utiliza en "Parrot y Olivier en América", el viaje de Alexis de Tocqueville y su obra "La democracia en América", de 1.835.
Carey sostiene que el problema de la democracia es la fisura en la educación y la cultura. Que la diferencia entre el que elige y el elegido es la educación. Que hay que establecer reglas (en eso cincida con los movimientos populares actuales).
Por supuesto, aunque no en todo, Alexis de Tocqueville está presente. Sus razonamientos no han sido desmontados. Demuestra que hemos avanzado torpemente en medio de un denso bosque de maleza sin ver el final, que es la democracia que se comparte y se comprende sin necesidad de esfuerzos. En efecto, desdeñamos el poder y lo maldecimos, pero exigimos un Estado providencia a la medida de nuestra necesidad o capricho.
"Los hombres de nuestros días, escribía Tocqueville, están mucho menos divididos de lo que se imagina; disputan sin cesar por saber en qué manos será entregada la soberanía; pero se entienden fácilmente sobre los derechos y los deberes de la soberanía. Todos conciben al gobierno en la imagen de un poder único, simple, providencial y creador".
Después de tanta desregulación y autonomía, hemos entregado a la nación alemana nuestras rogativas del histórico rosario de la tarde, nuestras más encendidas lindezas, nuestro lacerado cuerpo sin espíritu cada vez menos nuestro, cada vez menos físico.
"La sociedad nueva, analiza Tocqueville, está en todas partes, a nuestro alrededor: una multitud de individuos iguales y parecidos trabajan para procurarse satisfacciones mezquinas y vulgares. Por encima de esos hombres se alza un mostruoso poder tutelar que provee a su seguridad y asegura sus necesidades, facilita sus recreos, conduce sus principales asuntos, dirige su industria, regula sus sucesiones, divide su herencia, que no puede suprimirles totalmente el malestar de pensar y la pena de vivir".
Que las ideas sigan girando en el año que comienza. Casimiro.
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