Ya nos lo advirtieron los clásicos:"No hagáis grandes obras, haced grandes hombres". Y nosotros, en vez de hacer grandes hombres hemos hecho grandes obras: costosas, inservibles, perecederas, innecesarias, algunas sospechosas en cuanto a su contratación, abiertas a la suspicacia y al comentario. Y los enamorados de Partenón, las grandes Pirámides, de los coliseos, de los rascacielos, de los estadios... nos dirán que si no hubiese sido por las grandes obras hoy no recordaríamos a los grandes hombres que las concibieron. ¿Qué hubiera sido del arte, del turismo actual, de nuestra capacidad de admiración que forja nuestra mente? Y así es cómo los hombres no miramos más allá de la pasarela a los otros hombres o, como mucho, no nos fijamos nada más que en los diseños que luce y en los focos que le difuminan para evitar las comparaciones, mientras seguimos admirando las grandes obras. Casimiro
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